jueves, 2 de diciembre de 2010

El valor del silencio.


Cuando las emociones son intensas nos quedamos mudos. Pero permanecer callado muestra lo que nos resulta difícil nombrar y cómo somos.

El silencio nos puede separar de los otros, pero también nos puede conectar con nuestro ser y, en ocasiones, se hace necesario para poder escuchar lo que nos sucede.
Las palabras nombran lo que sentimos, controlan y limitan nuestros sentimientos y se pronuncian sobre un fondo de silencio necesario.
Todos los silencios hablan y sería bueno escucharlos. Algunos muestran una dificultad de poner palabras a lo que se siente o a las ideas que se tienen respecto al otro. Hay personas que no saben "guardar silencio" porque son demasiado narcisistas o demasiado neuróticas para ver más allá de sí mismas. Otras lo hacen porque saben escuchar lo que el otro tiene que decir.
Sin embargo algunas personas no soportan el silencio, las pone muy nerviosas, les parece que si callan pueden resultar sosas o torpes, lo sienten como un vacío insoportable que hay que llenar. Todo ello para evitar que aparezcan sentimientos o afectos que no son controlables.
El silencio tiene el valor del sentimiento, puede ocultar el amor, pero también el odio hacia alguien, puede estar al servicio de guardar un secreto que hace daño de encontrarse con uno mismo y reflexionar sobre un mundo interno que se siente invadido por lo externo. Se puede callar para no dañar a alguien, para buscar las palabras que más le alivien, o por rencor, para mostrarle a la otra persona que no queremos compartir nada con ella, o para desconcertar al otro porque de ese modo ignora lo que pensamos y porque ante nuestro silencio se vuelve impotente. Aún así el peor de los silencios es el interior, que provoca un sentimiento de vacío y desazón, y que se produce porque lo que se siente se reprime. Entonces, para no sentirnos invadidos por ideas y afectos negativos que provocarían una bajada de nuestra autoestima, silenciamos nuestra mente y sentimos el mundo interno deshabitado de recuerdos, vivencias y deseos que pondrían sonido a nuestra vida.

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