Era una típica tarde de invierno. Ya había anochecido y el frío comenzaba a hacer su habitual aparición.
La soledad, la amargura, la tristeza.. Eran los sentimientos que embargaban a Emma. Estaba sentada sobre el alféizar de la ventana del desván, mirando hacia ningún sitio en particular. Sentía el frío en su cuerpo deseando hacerla tiritar, pero no le importaba. Su mente iba de un pensamiento a otro sin orden ninguno, sin prestarles apenas atención. Eran recuerdos de un pasado que nunca tuvo. Eran risas y ojos llenos de felicidad. Pero no eran más que fantasías que su mente había inventado para llenar los huecos vacíos de su alma. Sus ojos veían pero su corazón no sentía.
Se había acostumbrado a estar sola, ya nada le importaba. Los comentarios de los demás no eran nada, solo palabras carentes de significado para ella. Pues, ¿qué sabían ellos? ¿Acaso eran mejores? Puede que sus vidas estuviesen repletas de sentimientos y emociones, pero al fin y al cabo todos tienen algo que echan en falta, todos tienen esos minutos de soledad y melancolía que ella tenía constantemente. Pero nunca aborreció vivir ni la vida misma, pues valoraba lo que tenía y eso era suficiente para ella. En cambio no lograba comprender a aquellas personas que se quitaban la vida, a aquellas personas que no querían seguir existiendo. "¿Por qué?", se preguntaba Emma. Pero no lograba encontrar respuesta a tal pregunta.
Se levantó, cerró la ventana y apartó la vista de ella, llena de preguntas sin respuesta.
Seguía siendo una tarde oscura y fría...
Hay preguntas que no tienen respuesta, o que es muy dificil encontrarla.
ResponderEliminarMe encantó eso ! muchas veces me siento así.
ResponderEliminarUn besito ♥